Todos estamos constantemente expuestos al chantaje emocional. A pesar de que el chantaje emocional no es un abuso psicofísico violento, cuando convivimos con él, el chantaje se expande hasta dañar en lo más hondo nuestras relaciones más importantes y nuestra propia autoestima.
Desafortunadamente, identificar a un chantajista es difícil debido a que no todos tienen los mismos rasgos caracterológicos: algunos son pasivos; otros, bastante agresivos; algunos son directos y otros sumamente sutiles; algunos nos dicen con mucha claridad cuáles serán las consecuencias si los contrariamos, y otros, por fin, enfatizan cuánto los estamos haciendo sufrir.
Sin embargo, a continuación enumeramos 6 síntomas para identificar un chantaje:
- EXIGENCIA: Hay ocasiones en que los chantajistas no expresan con tanta claridad lo que quieren, sino que tratan de que el otro lo adivine. Sin embargo, cualquier exigencia, incluso la que parece nacida de un profundo amor y que no tiene las connotaciones de una demanda, es un motivo para estar alerta.
- RESISTENCIA:Una vez que se ha manifestado una exigencia, es común experimentar un periodo de resistencia. Cuando una persona no cede a los deseos de un chantajista, más se alimenta el patrón y los rasgos patológicos aumentan en intensidad.
- PRESIÓN:Cuando no se reacciona como el chantajista desea, él no hace el menor esfuerzo por entender los sentimientos del otro, sino que, por el contrario, lo presiona para que cambie de idea. Al principio actúa como si estuviera dispuesto a discutir el tema, pero esa discusión se convierte en un monólogo que tiene el tono de un sermón. Sea cual sea el estilo utilizado, la presión termina por aparecer, por más que se la disfrace con expresiones benévolas.
- AMENAZAS: Al ver que sus deseos chocan contra una pared, el chantajista sentencia que si no se cede a su pedido, habrá una consecuencias a la negativa. El chantajista puede amenazar con causar dolor o desdicha. Podrá decirnos cuánto lo estamos haciendo sufrir. Podrá tratar de conquistarnos con promesas relativas a todo lo que nos dará o cuánto nos amará si hacemos lo que nos pide.
- OBEDIENCIA: Esto es muy simple, la persona que es chantajeada, tiene rasgos patólogicos de obediencia y terminará cediendo.
- REITERACIÓN: Al triunfo del chantajista, sigue un período de paz y serenidad. Ahora que ha conseguido lo que quería, disminuye la presión y la relación parece estabilizarse. El que ha cedido sigue incómodo con la situación generada, pero también siente un gran alivio al haberse librado de la presión y recuperado el amor y la aprobación. El chantajista, por su parte, ha comprobado que presionar y hacer que el otro se sienta culpable es una receta infalible para obtener lo que se le ocurra. De esta manera, ha quedado establecida la base para un esquema reiterativo de exigencias, presiones y capitulaciones.