El aborto no espontáneo, sino provocado, está sujeto a una primera clasificación: terapéutico y no terapéutico. Por terapéutico se entiende aquel al que se recurre debido a que el embarazo, o el parto si llegara, pone o pondría a la mujer en grave riesgo de su vida, hasta el punto de perderla.
La posición de Iá Iglesia. La moral de la Iglesia dice no incluso al aborto terapéutico, ya que pone la vida del embrión o feto por encima de la de la mujer que lo lleva. En la Edad Media, cuando se creía que el alma entraba a los 40 días en el embrión masculino y a los 80 en el femenino, el aborto antes de dicho plazo no era pecado ni estaba prohibido. Ahora no se habla de «alma» sino de estructuras biológicas; el embrión lleva en potencia todo el plan de su desarrollo posterior.
Pero sólo en potencia. Nadie puede predecir que ese embrión llegará a la plenitud, ya que en el transcurso de su programa pueden ocurrir muchos hechos que lo desvirtúen. Los últimos estudios en genética y embriología así lo confirman.