Los millones de millones de células del cuerpo humano, no vivirían si no estuvieran rodeadas por una membrana, que no solo las separa del liquido extracelular (básicamente agua) en las que están inmersas, sino también de las otras células vecinas que las rodean.
El agua, es el vehículo o el medio por la que las moléculas, como aminoácidos, proteínas y el ADN mismamente, realizan sus funciones. Y las membranas celulares que son de tipo graso cumplen con una función importantísima, que es la de impedir que las moléculas circulen descontroladamente por el organismo.
Ahora bien, las células necesitan comunicarse entre ellas y las señales deben lógicamente atravesar esta membrana celular. Esto se consigue o se realiza mediante una reacción química de iones o pequeñas moléculas.
Desde la mitad del siglo 19 se pensaba que el flujo de agua en determinados tejidos se realizaba a través de proteínas porosas que actuaban como canales de agua. Ahora se sabe que el agua no es absorbida o liberada por igual en células y tejidos, y se ha podido determinar como el cuerpo lo realiza.
El grupo de Peter Agre, de la universidad Johns Hopkins (Baltimore) en 1988, lo consiguió. Descubrieron la proteína llamada “acuaporina”. Al sumergir las células en agua, las que tenían esta proteína se hinchaban debido al flujo osmótico hacia el interior, mientras que las que no poseían estas proteínas no había alteración en ellas.
Con el tiempo y la investigación, se llego a entender más detalles sobre su funcionamiento. Uno de ellos, es su selectividad. La acuaporina es como un canal, y actúa como un portero dejando pasar solo lo que le interesa. Por la acuaporina solo pasa agua neutra o ligeramente alcalina, si permitiera pasar agua ácida, el pH de la célula cambiaría sin control. Para ello, este portero con carga ácida, impide o repele las moléculas con carga igual a la suya, es decir ácida.
Esto nos lleva a reflexionar, sobre que líquidos ingerimos para hidratarnos y beber. La gran mayoría de bebidas carbonatadas o de deportistas son extremadamente ácidas, así también algunas agua embotellas. De hecho las agua embotelladas, no dejan de ser un cóctel de minerales ácidos y alcalinos, los que más predominen, determinarán si su resultado final es acido, neutro o alcalino.
Lo que esta claro, es que escoger un agua de calidad es mucho más importante de lo que parece, ya que si consumimos un agua más bien acida -ahora ya sabemos que va a ser rechazada por la propia célula- por tanto, tendremos una deficiente hidratación. Y un agua acidificante en nuestro cuerpo, rechazada por las células, fantástica para “potenciar” la enfermedad. Otros aspecto impresionante del canal de la proteína acuaporina, es el de que pasan decenas de millones de moléculas de agua por segundo, y manteniendo la selectividad.