Cómo cumplir los propósitos de año nuevo: comer mejor, ir al gimnasio y beber más agua

Cuando está a punto de comenzar el año la lista de propósitos a cumplir parece interminable. Conforme avanzan los días no mejora, ya que se hace muy complicado conseguir cada uno de los objetivos dispuestos si nunca hemos sido capaces de hacerlos realidad.

La única manera de crear una lista de metas para el año venidero que acabe en triunfo es escribirla con los pies en la tierra, siendo sinceros y sobre todo, aparcando las prisas y las ganas de completarla cuanto antes.

Hoy os traemos algunos consejos para que seáis capaces de mejorar vuestra salud y forma física si es que esos propósitos están en vuestra lista. Y si no lo están, quizás deberíais incluirlos, ¡a no ser que ya estéis en forma! En ese caso, enhorabuena 🙂

Beber más agua

Una de las claves para mejorar nuestra salud es disminuir la cantidad de refrescos y alcochol que ingerimos a favor del agua. Está claro que no vamos a pasar de cero a cien en un segundo, pero por ejemplo si acostumbramos a bebernos dos cervezas a lo largo del día, podríamos probar a pedirlas sin alcohol. Después, en vez de cerveza sin alcohol, un zumo natural. Su sabor es delicioso y nos aporta muchos nutrientes. En casa tenemos que acostumbrarnos a tener siempre una botella de agua a mano y a darle pequeños tragos con el objetivo de acabarla a lo largo del día.

Tanto en la comida como en la cena podemos obligarnos a beber al menos dos vasos de agua en cada una. Quizás al principio te sientas como una piscina andante, con demasiada agua en el cuerpo, pero tu organismo te lo agradecerá y muy pronto te acostumbrarás a esa cantidad, tanto que dejará de ser una obligación para convertirse en una necesidad.

Ir al gimnasio

Hacer deporte es otra de las cumbres a conseguir. No tengas prisa por apuntarte a un gimnasio, gastarte dinero la matrícula y complicarte con clases. Empieza muy poco a poco. Por ejemplo, yendo a andar un par de veces por semana a algún sitio agradable. Anda a buen ritmo, sin parar, durante al menos tres cuartos de hora. Haz esto un par de veces por semana hasta que te acostumbres a ese ejercicio.

Después puedes comprar un abono de diez pases para un gimnasio (suelen venderlos en casi todos) e ir probando, poco a poco, algunas clases, la piscina o las máquinas. No tengas prisa. Si te agobias dejarás de ir y se trata de que poco a poco acostumbres a tu cuerpo al ejercicio, ¡ya llegará el momento de ponerte metas! Lo primero es disfrutar de los beneficios de hacer ejercicio como dormir mejor, estar de buen humor y sentirse más relajado.

Cuando tengamos gusanillo por hacer deporte y veamos que cuando miramos nuestro planning semanal y los huecos para hacer deporte están reservados porque lo disfrutamos, ha llegado el momento de ir al gimnasio de forma regular.

Comer mejor

No podemos pasar de comer comida basura casi cada día a hacer una dieta ejemplar. Tenemos que ayudar a nuestro cuerpo a hacer una transición hacia la comida sana. Lo primero de todo será variar las raciones. En muchas ocasiones lo que falla en nuestra forma de comer no son los alimentos, sino la cantidad que ingerimos, así que vamos a comenzar a comer en platos más pequeños, ¡pero llenos de comida!

Debemos hacerlo tanto en la comida como en la cena. Además, debemos acompañar siempre cada comida con una ensalada sin salsas, solo aliñada con un poco de aceite y sal. Si no compramos pan evitamos la tentación de comerlo a esas horas.

Una vez nos hemos acostumbrado a comer menos cantidades debemos intentar comer en más ocasiones a lo largo del día. No solo los niños meriendan, ¡nosotros también! Debemos comenzar el día con un buen desayuno, almorzar una pieza de fruta y un yogur (por ejemplo), comer, merendar un poco más de fruta y embutido magro (por ejemplo) y cenar. Las cinco comidas son indispensables.

Hagamos un análisis de lo que comemos a lo largo de la semana e intentemos equilibrar la cantidad de veces que ingerimos carnes y pescados, pastas y arroz. Incluyamos más legumbres y carnes ligeras, así como verduras y fruta. Intentemos prepararlas de modo más saludable (al horno, a la plancha, al vapor) y cambiemos poco a poco el menú. Podemos empezar por las cenas haciéndolas más ligeras y cuando ya nos hayamos acostumbrado, ir a conquistar las comidas.

Así, sin prisa pero sin pausa, conseguiremos nuestros objetivos. Se trata de tener paciencia y no querer hacerlo todo la misma semana, ya que es preferible que nuestro cuerpo se vaya acostumbrando poco a poco a los cambios.