Comúnmente se dice que una persona debe beber no menos de ocho vasos de agua al día. Curiosamente, este consejo no nació de algún estudio realizado en humanos, sino más bien realizado en roedores. En el año 1933 se hizo una investigación que pretendía obtener algunas conclusiones acerca de la hidratación en roedores y a partir de allí se extrapoló una aparente conclusión válida para humanos.
Hoy se sabe que la mayoría del agua que el organismo necesita, se obtiene a través de los alimentos: vegetales, frutas, sopas, etcétera. Desde esta perspectiva, no es necesario ingerir los mencionados ocho vasos diarios. De hecho, la mayoría de expertos concuerdan en que deberíamos guiarnos por la sensación de sed, la cual es un excelente indicador acerca de nuestro estado de hidratación. En otras palabras, debemos beber agua cuando sentimos sed.
Otro indicador valioso acerca de nuestro estado de hidratación es el color de la orina. Los profesionales en el campo de la salud sugieren que si percibimos que el color de la orina es amarillo, es probable que estemos experimentando un periodo de deshidratación y por lo tanto, necesitamos recuperar líquidos.
Adicionalmente, se sabe que beber ocho vasos de agua al día, no aporta ningún efecto beneficioso para la salud; por lo menos ninguno que la ciencia haya podido medir hasta ahora. Lo que sí se sabe, es que los requerimientos de agua pueden variar enormemente entre individuos. Muchas personas pueden transpirar profusamente durante el día y por lo tanto necesitan rehidratarse con más frecuencia que quienes no lo hacen.
En todo caso y a manera de conclusión, si bien es cierto que beber ocho vasos al día no tiene ningún efecto comprobado a favor de la salud, tampoco ejerce ningún tipo de perjuicio y basándose en esto, hay quienes prefieren hidratarse constantemente bebiendo la mencionada cantidad de agua o incluso más.