Estar de mal humor nos pone enfermos: Los problemas derivados del enfado

En ocasiones encadenamos jornada tras jornada de mal humor, discutiendo con nuestros compañeros de trabajo o jefes, teniendo pequeñas rencillas en familia o con amigos. Nos acostamos pensando en todo lo malo que nos ha pasado y nos levantamos hartos de vivir desde el primer minuto.

Quien crea que esto no le pasa factura está más que equivocado. No solo porque no tiene razón, sino porque afecta a más ámbitos de los que creemos.

Para comenzar, quienes siempre están de mal humor y suelen recrearse en estar enfadados suelen tener mayor riesgo de padecer diabetes y de tener migrañas.

Además, los enfados constantes ponen en riesgo nuestro corazón, ya que aumentan el ritmo cardiaco, la presión arterial y el flujo sanguíneo. Esto nos lleva a la taquicardia e incluso, a tener un infarto.

Otra consecuencia grave del enfado ha sido comprobada por un estudio del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta (EEUU) que demostró que quienes tienen mal carácter tienen tres veces más posibilidades de sufrir un infarto cerebral o un ictus.

Los enfados aumentan nuestra tensión muscular y nuestro cuerpo comienza a segregar adrenalina, elevando los niveles de energía y preparando el organismo para hacer esfuerzos. Esa tensión innecesaria nos perjudica y maltrata los vasos sanguíneos.

Quienes tienen siempre nerviosismo, mal humor y por lo tanto, ansiedad, suelen desarrollar también afecciones en la piel, como enrojecimiento, inflamación y picores constantes.

El mal humor impide a la persona que lo sufre relajarse, dormir bien y profundamente, incluso puede llevar a tener pesadillas, por lo que esa mala noche influye aún más en el humor del día siguiente.

La ansiedad y la ira además debilitan el sistema inmunológico de tal manera que quienes sufren de mal humor pueden ser más propensos a sufrir enfermedades provocadas por virus o bacterias que atacan a su sistema inmune debilitado.

Y por último, las personas que viven alrededor de una persona en constante estado de ira y mal humor suelen desarrollar cierto miedo a las reacciones del susodicho, por lo que establecen patrones de conducta anormales en una relación normal, teniendo siempre cuidado de lo que se le dice, midiendo las palabras y manteniendo una distancia que puede llegar a romper los lazos.

Por lo tanto, viendo todas las consecuencias de vivir con el ceño fruncido, ¿no vale la pena intentar relajarse, respirar hondo, poner una sonrisa en la cara y quitarle importancia a las tonterías que a veces nos hacen enfadar? Nuestra salud está en peligro.