Los probióticos son una ayuda externa que damos a nuestro sistema digestivo y a nuestras defensas en forma de millones de bacterias que se encargan de poblar nuestro tubo digestivo.
Las defensas pueden bajar por múltiples razones. No sólo ante la llegada del frío, no sólo por haber comido mal: también por no descansar, por niveles altos de estrés, por exceso de actividad física, o por carencia, por desajustes hormonales, ante la llegada del periodo o por desequilibrios emocionales.
Pero ¿cuando deberíamos tomar probióticos?
En los cambios de estación
Algunas personas son más sensibles que otras a los cambios de estación. No solo las personas alérgicas. Para evitar el típico decaimiento en otoño y primavera, muchas personas optan por reforzar su flora bacteriana para darle una ayuda al organismo y que le cueste menos adaptarse al cambio de temperaturas.
Tras haber sido medicado/a con antibióticos
Los antibióticos son una solución a multitud de enfermedades, virus e infecciones. Pero cada vez más personas notan una sintomatología posterior a su toma: malas digestiones, falta de energía, resfriados que no terminan de curarse, etc Una solución para estos casos es tomar probióticos para reforzar nuestra flora bacteriana, que posiblemente el tratamiento antibiótico minó.

Ante malas digestiones: estreñimiento, diarrea o gases
Un caso típico que vemos en nuestros clientes. Malas digestiones, hinchazón del abdomen a lo largo del día (a veces con dolor), y en ocasiones acompañado de estreñimiento o una pequeña diarrea. En estos casos, muchos optan por infusiones digestivas para evitar la formación de gas, pero no siempre es suficiente.
Si esta situación se ha prolongado, la fermentación de los alimentos en el tracto digestivo acompañado de un posible estreñimiento ocasiona serios daños a la flora bacteriana endógena. Al disminuir el número de bacterias, la digestión se ralentiza y comienzan todas las molestias.
En estos casos, la toma de probióticos mejora el problema. Las digestiones vuelven a ser “imperceptibles” y vuelve la regularidad. Aunque siempre es necesario apoyarlo con una alimentación acorde a nuestras necesidades y una buena hidratación.
Si padecemos de forma recurrente: herpes, cándida o cistitis
El herpes, la candidiasis o la cistitis son señales de alerta de nuestras defensas. En condiciones “normales” nuestro organismo es capaz de combatir hongos y bacterias de esta índole. Si padecemos alguna de estas infecciones, lo mejor es consultar al médico (que probablemente, nos recete antibióticos, y nos veamos en el caso de más arriba). Pero si es una infección recurrente, que nos sucede varias veces al año, debemos saber localizar los primeros síntomas y actuar, potenciando las defensas de nuestro organismo para que ganen la batalla y establezcan el normal equilibrio.
Ayudar a la flora bacteriana, ayuda a potenciar el sistema inmunitario y por tanto, a aumentar nuestras defensas.
Cuidar nuestra alimentación también es importante
En muchos alimentos encuentras probióticos de forma natural para el día a día. Su acción no es tan potente como lo probióticos que dispensan los laboratorios en farmacias o herbolarios, pero son una dosis interesante para mantener la salud de nuestro tarcto digestivo y darle un apoyo a nuestras defensas:
Por ejemplo, alimentos fermetados lácteos (yogur común, yogur con bífidus, pero sobretodo el kéfir), también verduras fermentadas (como el chucrut) o fermentados de soja (como el miso). Algunos tés también son fermentados como el kukicha o el kombucha.
Incluir estos alimentos en nuestro día a día, es la mejor forma de prevenir todos los problemas expuestos.