Levanta la mano si este ritual matutino se te hace familiar: después de presionar y presionar el botón de “5 minutos más” finalmente logras que las cobijas se te despeguen y tropiezas hasta llegar el baño. Mientras te cepillas los dientes en slow motion, todo despelucado, miras al espejo y observas que eres un desastre. Por solo un segundo de verdad consideras la posibilidad de dejar tu trabajo y vivir en pijamas por el resto de tu vida. Todos hemos pasado por lo mismo y ese adormecimiento matutino es normal para la mayoría de nosotros. Sin embargo, cuando la desesperación por recuperar el sueño empieza a interferir en tu vida diaria, puede que un verdadero problema se encuentre escondido en las sombras.
Aproximadamente 40 millones de estadounidenses sufren de un trastorno del sueño. Como si ser una chica ya no fuese bastante difícil, los cambios que la menstruación, el embarazo y la menopausia ocasiona en los patrones de sueño hacen que las mujeres sean más propensas a sufrir de insomnio. La baja cantidad y calidad del sueño puede causar fatiga diurna, disminuir la capacidad de concentración al realizar actividades, aumentar en el riesgo de accidentes de tráfico y bajar el desempeño en el trabajo y en el colegio.
Las investigaciones muestran que existe un vínculo entre no dormir bien y un mayor riesgo de aumentar de peso, sufrir de depresión, ansiedad, cardiopatía, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer.
No siempre se te hará fácil detectar si sufres un trastorno de sueño. Los efectos secundarios de no dormir bien son tantos que las personas a menudo no asocian la falta de sueño con los síntomas que presentan. Por ejemplo, si una persona sufre de depresión y de ansiedad elevada puede asumir que el problema se debe al estrés del trabajo o porque están criando a sus hijos solos. De hecho, puede que sea capaz de controlar su depresión y ansiedad si se centra en dormir más.
Si tu horario de sueño y tú no se están llevando bien, ¿necesitas otra señal de que debes ir al médico?